jueves, 19 de enero de 2017

Un grupo de expedicionarios, víctimas de una «maldición» en la legendaria Ciudad del Dios Mono

Un grupo de expedicionarios, víctimas de una «maldición» en la legendaria Ciudad del Dios Mono Uno de los miembros de la expedición que descubrió la mítica urbe de la selva hondureña relata cómo varios de sus compañeros sufrieron una terrible enfermedad. 

Vista aérea del yacimiento de Ciudad Blanca, Honduras.

Vista aérea del yacimiento de Ciudad Blanca, Honduras. Cuando a comienzos de 2015 un grupo internacional de exploradores halló la milenaria y legendaria Ciudad Blanca, también conocida como Ciudad del Dios Mono, pensaron que las leyendas sobre las maldiciones que lanzaron los dioses sobre ella no eran nada más que eso: leyendas. 



La mítica urbe perdida de Ciudad Blanca fue encontrada por una expedición internacional de exploradores en la espesa e impenetrable selva hondureña de La Mosquita, según reveló en marzo de 2015 National Geographic, donde descubrieron lo que en su día fue una pirámide de tierra y otros restos y objetos pertenecientes a una misteriosa cultura que, supuestamente, existió antes de época precolombina, unos 2.500 años antes de la llegada de Cristóbal Colón a América. 

Según explicó a CBS News Douglas Preston, un escritor estadounidense que acompañó la expedición, existe una leyenda, según la cual sobre la Ciudad Blanca cayó una maldición de los dioses, puesto que «fue golpeada por diversas catástrofes que obligaron a sus habitantes a abandonarla, dejando sus posesiones allí». Uno de los tantos objetos hallados en las excavaciones. 

Se da la circunstancia de que cuando los exploradores regresaron a sus países de origen, algunos de ellos tuvieron que recibir tratamiento médico aquejados por una rara enfermedad parasitaria. La enfermedad que les diagnosticaron a los aventureros, conocida como leishmaniasis, se la transmitió un mosquito de la zona, se tradujo en terribles úlcera cutáneas. 

«El parásito migra hacia la mucosa de la boca y de la nariz, devorando todo a su paso», explica Preston. «La nariz empieza a desprenderse, los labios, hasta que poco a poco uno se puede quedar con un enorme agujero en la cara», detalla. 

En los meses siguientes a la expedición, cerca de la mitad de los exploradores mostraron estos síntomas, teniendo que soportar un doloroso tratamiento.


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